Estudios médicos confirman que un déficit de vitamina D durante el embarazo aumenta la aparición de casos de autismo entre los recién nacidos

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En los últimos 25 años los casos de niños que padecen cualquier tipo de trastorno de los catalogados dentro del espectro autista han crecido de forma preocupante. A comienzos de los años 80 la tasa de incidencia de este trastorno era de 1 de cada 10.000 niños. Según publicaba el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos tras su Encuesta Anual de Salud Infantil del pasado 2012, 1 de cada 50 niños padecían trastornos del espectro autista.

El trastorno del espectro autista (TEA) se aplica a desórdenes en el desarrollo cerebral que pueden incluir dificultades en las relaciones sociales, en la comunicación verbal y no verbal y comportamientos restringidos y/o repetitivos, entre otros síntomas.

Actualmente se estudian las múltiples causas que originan este padecimiento, pero parece que uno de los motivos de este crecimiento exponencial podría estar relacionado con un problema en el embarazo: la deficiencia de vitamina D durante la gestación puede estar ligado directamente con ello.

Las mujeres con déficit de vitamina D son más proclives a tener hijos con autismo. Así de rotunda se muestra la conclusión a la que investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, han llegado, conjuntamente con la Erasmus Medical Cetre de los Países Bajos.

El estudio, que se ha realizado en Rotterdam, se basa en una muestra de más de 4.000 embarazadas y sus respectivos hijos, denominados como ‘Generación R’. Los experimentos clínicos se basaron en la extracción de sangre de todos, llegándose a la conclusión de que la falta de Vitamina D a partir de la semana 20 de gestación genera un riego 3.8 veces superior de que el recién nacido padezca autismo, cuyos rasgos comenzarían a manifestarse en torno a los 6 años de edad. Si dicha carencia se acentuaba en la última semana de gestación, el riesgo aumentaba mucho más, según confirma el estudio.

El cerebro humano contiene receptores de vitamina D, lo que durante muchos años fue la sospecha lógica de que ambos factores estuvieran relacionados. Una falta de esta, evidentemente, ocasionaría un incorrecto desarrollo de la maquinaria fundamental del ser humano.

El trastorno del espectro autista (TEA) se aplica a desórdenes en el desarrollo cerebral que pueden incluir dificultades en las relaciones sociales, en la comunicación verbal y no verbal y comportamientos restringidos y/o repetitivos, entre otros síntomas. En los últimos años se está detectando un mayor número de casos relacionados con este trastorno.

Los especialistas destacan que aún se siguen estudiando motivos que originarían este trastorno, y que con este estudio reciente sólo identificaría uno de estos posibles desencadenantes. Actualmente también se sabe que los factores genéticos desempeñan un papel importante en el desarrollo del autismo. La vitamina D, presente en el pescado, huevos y algunos productos lácteos, se absorbe gracias a la exposición al sol, ayuda a que el cuerpo absorba el calcio y es esencial en el desarrollo de los huesos.

Como recomendación final, estos especialistas aconsejan el consumo de complejos vitamínicos durante el embarazo. Son saludables y de fácil acceso, por lo que está al alcance de todas las futuras mamás.

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