Probando nuevos sabores: la llegada de los alimentos sólidos

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Pasan los meses y el desarrollo de tu bebé avanza imparable. Ya es capaz de coordinar mejor los movimientos, su capacidad de articular sonidos te sorprende cada día y pronto empezará a gatear. Es en ese periodo, cuando tiene entre cinco y seis meses, en el que tu pequeño se enfrenta a uno de sus primeros grandes retos: empezar una dieta con alimentos sólidos.

Hasta ese momento, la lactancia ha sido su único modo de alimentación. Hasta ahora, su dieta solo se ha basado en leche materna, por lo que cualquier cambio debe ser progresivo y con paciencia. Nuevos alimentos, nuevos sabores, nuevos nutrientes. Un mundo completamente desconocido se presenta ante su organismo.

Su aparato digestivo tiene que adaptarse a los nuevos alimentos para poder digerirlos sin problemas. Es un proceso diferente al anterior, ya que cambian tanto la composición de los alimentos como su textura. Es por eso por lo que hay que empezar con pasos cortos, sin forzar la máquina. El primer escalón será introducir ciertos ingredientes en forma de papilla o zumo. Este primer contacto no debe ser radical: pequeñas cantidades y respetando la aceptación de nuestro pequeño al nuevo alimento. Si dice no, si lo rechaza, no es positivo forzarle: podría establecer relaciones negativas con la comida, hecho que tendría consecuencias en el proceso. Tu hijo tiene que aprender a comer. El solo contacto de la papilla por su garganta, mucho más espesa que la leche materna, es novedoso. Pasa lo mismo con los sabores: tienen por delante todo un mundo por descubrir.

Empezar con fruta y verdura es lo recomendable. Poco a poco, su alimentación irá convirtiéndose y debería regularse. Avanzados los seis meses, es habitual que la lactancia materna se reserve a mañanas y noches: las protagonistas de mediodías y meriendas ahora son las vitaminas y fibras de frutas y verduras. Los cereales, sin gluten, también pueden pasar a formar parte de su rutina habitual.

A partir de este primer paso, todo llegará paulatinamente. Poco a poco, su dieta dará la bienvenida a nuevos ingredientes como el pollo, el pavo, la ternera, el huevo, etc. Deberá ser el pediatra el que marque las reglas y dirija el proceso.

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