Lactancia materna: algo más que simple alimento

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Salvar la vida a casi un millón de niños. Aunque parezcan cifras de superhéroe, es un modo de alimentación el que debe atribuirse el mérito: la lactancia materna. Se trata de una actividad capaz de mejorar la salud de los más pequeños y mejorar sus condiciones de vida: la leche materna contiene un gran número de nutrientes que se traducen en múltiples beneficios para los lactantes. Sin embargo, solo el 40% de bebés en todo el mundo se alimentan directamente de su madre. Son datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que apuesta decididamente por este método como vía prioritaria para la alimentación de los más pequeños.

 La composición de la leche materna garantiza un desarrollo sano del niño. Esta le aporta todo lo que necesita para crecer, sin peligros: es inocua y le aporta anticuerpos para luchar contra diversas enfermedades, no presentes en compuestos artificiales. Tiene ventajas a largo plazo: mejor tensión arterial y menos probabilidades de sufrir colesterol, diabetes y sobrepeso en la época adulta. Además, darle el pecho a tu bebé también es bueno para ti: reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario incluso años después de haber alimentado a tu pequeño. Además, reduce la probabilidad de sufrir obesidad y te ayuda a recuperar el peso anterior al parto.

Para la OMS, los seis primeros meses de vida de un pequeño deberían estar protagonizados en solitario por la leche materna. Esta vía de alimentación tiene que comenzar desde la primera hora de vida y extenderse hasta los dos años, estando complementada por otros alimentos en el último año y medio. Un dato importante: según la organización, el modo positivo de dar el pecho a tu bebé es ‘a demanda’. Si el bebé reclama alimento, sea día o noche, su madre debe proporcionárselo.

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